TRAGEDIA
Se llama tragedia a uno de los géneros literarios de la antigüedad, precursor de la dramática moderna (teatro). Fue un género sumamente cultivado en la antigüedad grecorromana y muchas de sus piezas fundamentales aún se conservan y forman parte central de la historia literaria de Occidente.
La tragedia se caracteriza por representar mediante un lenguaje solemne a personajes ilustres (“hombres mejores de lo que realmente son”, según Aristóteles), que se ven enfrentados contra un destino inevitable (el fatum latino o ananké griego) a causa de un error o una condición de su carácter (el orgullo o la hybris en la tragedia griega). La consecuencia de ello es siempre fatal y los héroes son castigados por los dioses, por lo general, con la locura o la muerte.
Dados sus desenlaces tristes y funestos, el término “tragedia” se popularizó como sinónimo de un evento triste e inevitable, o de una situación que involucra grandes sufrimientos y pesares.
La tragedia clásica es la que cultivaron los pueblos de la antigüedad grecorromana: la Grecia antigua y posteriormente el pueblo latino (inicios del Imperio Romano).
Los máximos exponentes de la primera fueron Esquilo, Eurípides y Sófocles, quienes rescataron motivos mitológicos y de los relatos homéricos para representar ante la polis los episodios más problemáticos de sus héroes épicos y de los grandes motivos históricos, como las postrimerías de la Guerra de Troya, o largos ciclos de venganzas y pugnas familiares entre la nobleza griega.
Los principales exponentes latinos, en cambio, fueron Livio Andrónico, Ennio, Pacuvio y Accio, y posteriormente Séneca. Ellos compusieron piezas que retomaban motivos de la cultura helénica y fueron de gran influencia en la posterior dramaturgia del renacimiento y el barroco europeo.
Tragedia moderna
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La dramaturgia victoriana dio origen a famosos dramaturgos como Shakespeare.
Luego de la Edad Media, la tragedia reaparece en el Renacimiento, cuando la cultura europea se reconcilia con su tradición pagana. Hubo grandes exponentes del género en cada país europeo, que usaron el formato de la tragedia para enfrentar su propia cultura y sociedad. Entre ellos destacan:
El barroco español. Llamado también “Siglo de Oro”, vio aparecer las obras dramáticas (y las comedias también) de los tres grandes: Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca, entre muchos otros.
La dramaturgia victoriana. En Inglaterra también surgieron dramaturgos de importancia universal: Shakespeare, Marlowe, Ben Jonson, Otway.
El prerromanticismo alemán. Escritores como Goethe, Schiller, Grillparzer, que luego servirían de inspiración al Romanticismo.
Los franceses. Racine, Corneille, Voltaire, Lemercier, preludio en muchos casos a la Ilustración francesa.
La tragedia clásica se componía de los siguientes elementos:
Coro. El coro representaba en las tragedias un papel fundamental pues representaba la voz del pueblo: aconsejaba, explicaba los dilemas, daba información y dejaba en claro el dilema moral, etc. Sus intervenciones se estructuraban en base a tres momentos: estrofa, antístrofa y párodo.
Corifeo. El conductor del coro, que podía salir de éste y tener voz propia para increpar a los coreutas (miembros del coro) o a los demás personajes.
Personajes. Los distintos personajes, héroes o antagonistas jugaban su papel en la obra. Todos estaban representados por actores varones, independientemente de su sexo, pues las mujeres no tenían lugar en el teatro de la antigüedad.
Estructura de la tragedia
La tragedia clásica se regía por un modelo bastante rígido, compuesto por tres momentos:
Prólogo. Aquello que antecede a la entrada del coro, usualmente a través de un máximo de tres personajes y sirve para informar al público del contexto de la obra, dónde ocurre, a quién y qué hechos del pasado deben manejarse. Para muchos no forma propiamente parte de la obra, sino que es su prefacio o introducción.
Párodos. Ingresa el coro a la obra, mediante cantos líricos y danzas de avance y retroceso. Se crea la atmósfera de la tragedia y se anticipan las entradas de los protagonistas.
Episodios. Podían ser hasta cinco episodios durante los cuales se expresa el contenido filosófico o de pensamiento de la obra, en un diálogo entre los personajes o entre los personajes y el coro. A menudo estos pronunciamientos morales, éticos o filosóficos tenían lugar en boca del coro, en subepisodios llamados estásimos.
Éxodo. Parte final de la pieza, con cantos líricos y dramáticos. Aquí el héroe tiene su revelación, reconoce sus errores y es castigado por los dioses.
https://www.youtube.com/watch?v=cXmvxHTW_60
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